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       El año 1792 fue el más importante  en mi vida. Fue el tiempo pasé en la frontera entre la vida y la muerte. Estaba enfermo y tenía que luchar con muchas aflicciones. Por suerte gané esa batalla y fui capaz de pintar otra vez. Pronto me convencí de que todo iba a cambiar. Me quedé sordo. Para mí, un artista, esa noticia fue como una sentencia. Para ensañar el mundo en mis pinturas necesitaba todos los sentidos. Desgraciadamente después la cosa fue a peor y peor.  La pesadilla empezó en el año 1808 cuando los ejércitos de Napoleón llegaron a España. Podía ver con mis propios ojos los desastres de la guerra. La sangre, el dolor, las lágrimas, todo lo observé en las calles de Madrid. Mis sentimientos e impotencia ante tal  barbaridad intentaba llevarla a la tela. Pinté una serie de pinturas - “Los desastres de la guerra”. Todo lo que había amado entonces no tenía valor. Aunque la guerra terminó, yo no podía olvidar lo que había visto. Desde entonces abrí los ojos. Pero lo que veía no tenía nada que ver con el mundo que había conocido. Trabajando en la corte vivía como en una jaula de oro, lejos de los problemas. España era un país verdadero, un país de campesinos, herreros y carpinteros, ya no había colores, olores ni sabores. Desde ese momento mis pinturas reflejaban el mundo con todos sus imperfecciones.
            En ese periodo tenía  en un conflicto con la Inquisición. Me daba asco la hipocresía del clero. Ellos deberían que ser ejemplo para millones de personas que creían en sus infalibilidades. Pero la verdad era diferente. Los curas usaban a la gente sin educación para enriquecerse. Yo  no lo entendía y no  quería aceptar esa situación. Pero sabía que criticar a la Iglesia podía terminar trágicamente. En mis pinturas intentaba  llamar la atención a la sociedad sobre el problema de la educación y la religión. 


Dos viejos comiendo sopa,


Creía que algún día todos seríamos iguales. Sin diferencias entre los ricos y los que no tenían dinero.La Inquisición quería  librarse de mí. Tuve que dar explicaciones sobre las circunstancias en que había pintado dos de mis obras: “La Maja desnuda” y “La Maja vestida”. Como  no quería decir la vedad tuve que huir de mí tierra natal. 




Maja desnuda
Maja vestida


Es verdad que en mi vida he cometido muchos errores, pero si alguien me pregunta si me siento feliz, la respuesta será que sí. Me siento un artista completo. Aunque no repetiría algunas mis decisiones , estoy satisfecho con mi carrera artística. Ahora, en estos momentos más difíciles, cerca de mí hay personas que quiero muchísimo. Eso es  la mejor prueba que confirme que soy feliz.

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