Ayer mi hijo me preguntó si habían habido cosas o hechos en vida de los que me arrepentía. Tengo que admitir que nunca pensaba en eso. Y que en verdad, por supuesto habían algunas situaciones en mi vida que, desde la perspectiva de los años, intentaría solucionar de diferente manera.
El período que definitivamente quiero borrar de la memoria es un tiempo que pasé en en Zaragoza cuando estudiaba en la Academia de Dibujo. Es verdad que la escuela no contribuí a mi desarrollo, pero por otro lado, pienso que yo tampoco hice mucho para ampliar mi talento. Mi conducta y algunos algunos extravíos influyeron opiniones negativas sobre mí. Muchas personas me criticaban porque pensaban que subestimaba la oportunidad que me había dado padre Salcedro. Pero la verdad era diferente. Por supuesto estaba agradecido a todas las personas que querían ayudarme, pero Zaragoza no era un lugar para mí, por lo menos no la Zaragoza que me enseñaban los tutores. No me gustaba pasar tanto tiempo en los salones de Academia, era símplemete una pérdida del tiempo. La ciudad me tentaba de muchas otras maneras.
Cada día mis amigos y yo podíamos participar en fiestas públicas en las calles, que se distinguían por la variedad de los colores, sonidos y olores. Luego visitábamos las tabernas que eran los centros de la vida social en Zaragoza. Cuando entramos a una lo único que podíamos ver era el humo del tabaco. Pero por cada minuto empezamos a advertir la magia de esos lugares. Unas caras risueñas, unas canciones populares y vino todo eso creaba la atmósfera de feliz y despreocupación. Pero lo que más me ha grabado en la memoria fue la corrida . En Zaragoza encontré todo lo que yo adoraba en ese espectáculo- la rivalidad, el riesgo y la sangre.
Plaza del mercado en Zaragoza |
Mil gracias por su trabajo si me sirvio de mucho soy estudiante de preparatoria en Tijuana Mex. Tengo 59 Abriles
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