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El toreo es el único arte que juega con la muerte.


¡Mi hijo es  vidente o puede adivinar los pensamientos! Unos momentos después de que he terminado de escribir, él ha entrado en mi dormitorio. Tal y como me ha mandado el doctor, he estado  todo el día en la cama, entonces Javier se ha sentado en el borde del colchón, cerca de mí y me ha dicho lentamente que quería saber cómo me sentía  antes de que irse a dormir. Hijíto    mío... Me doy cuenta de que no es posible recuperar el tiempo que hemos perdido pero por lo menos quiero saber qué persona es Javier. Hemos hablado durante más de una hora y me ha sorprendido que no es posible encontrar ninguna cosa que tengamos en común. Mi hijo es muy inteligente, juicioso y razonable, es obvio que no va a cometer los mismos errores que yo he cometido. Lo único que nos une es nuestra pasión por la corrida. A Javier como a mí  le gusta mucho observar ese espectáculo de  fuerza e ingenio.


Desde mi infancia las corridas de toros han formado un parte de mi vida. Ahora puedo decir que fueron mi primer amor. Recuerdo cuando era un niño de cinco años y  jugaba con mis amigos intentábamos crear un espectáculo pequeño. Todos queríamos ser como Francisco Romero - Torredor- quien creó la historia de la corrida de toros. Como para nostotros no era posible ver su actuación en en el albero, sólo podíamos imaginarnos su técnica perfecta. Luego, cuando llegó a Madrid por fin tuve la oportunidad de verle. Estaba fascinado por su talento. En su cara vi pasión y concentración. No podía dejar de soñar con actuar en la arena. Algunos años más tarde en Zaragoza por primera vez estuve sobre la arena. ¡Nunca voy a olvidarlo! Trajes multicolores y brillantes, gritos y yo con una espada en mi mano. Si pudiera hacerlo una vez más, me sacrificaría mucho.

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