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Verdadero maestro


Mis viajes por Italia no fueron sólo de descanso y de juego, pero también de trabajo muy duro. Tuve suerte y pude desarrollarme en las mejores academias en Roma. Mi objetivo era muy simple: alcanzar un conocimiento profundo del arte. Era muy determinado y sabía exactamente lo que quería lograr.
Ahora, con certeza puedo decir que mi mejor mentor y el gran maestro fue un polaco Tadeusz Kuntze-Konicz, conocido en Italia como Taddeo Pollacco. El notó mi entusiasmo por el trabajo y quizá mi potencial para ser un gran artista. Aunque era mi maestro muchas veces me dijo que el arte no podía enseñarse y el que creía que podía hacerlo iba a ser un mal profesor. Ahora se que un buen maestro es aquél que se piensa a si mismo no como un maestro, sino simplemente como un artista. Del mismo modo, un buen estudiante es el que no se ve a sí mismo como  estudiante sino como un artista. Todo lo que hay y puede haber entre un profesor de arte y un estudiante de arte, es simplemente una conversación - un espontáneo intercambio de ideas, conocimientos y experiencias - y esto ya es suficiente. Taddeo no tenía un deseo de transformarme, de formar o dirigir mi práctica, entonces no quería dominarme. Advertí a Rosario que si un estudiante cree que un tutor puede decirle qué está bien o qué está mal, qué decisión tomar, a quién mirar, a quién leer, etc; solamente va a terminar más confundido, pues se dedicaría únicamente a satisfacer los deseos de alguien más que su propio. Además de enseñarme todo esto, Taddeo me contaba mucho acerca su patria: Polonia. Me arrepiento de no haber tenido la posibilidad de visitar ese país, porque según sus cuentos, es un lugar maravilloso y tan diferente de España. No sabía por qué yo era el único que tenía tan buenas relaciones con el maestro. Me sentí muy exaltado, pero también sabía que Taddeo esperaba la dedicación y la entrega por parte mía.

Taddeo Polacco

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