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El matrimonio es como la muerte: pocos llegan a él suficientemente preparados.

Josefa
Últimamente como no me siento muy bien, casi todo el tiempo lo paso en la cama. El médico me mandó que evitara cualquier esfuerzo. Hoy las mujeres habían tenido que arreglar algunas cosas y habían ido a la ciudad, por eso Javier me ha acompañado. Ya que se acerca el 16 aniversario de la muerte de mi mujer y su madre,  Josefa Bayeu, hemos hablado mucho de ella y de los momentos más felices que pasamos con ella. Mi hijo me ha preguntado si la había amado. Le dije que sí, pero ahora no estoy seguro de si esto era el amor verdadero. Cuando nos casamos éramos bastante jóvenes e inexpertos. Me fascinaba el nuevo mundo de la aristocracia al que entré gracias a los hermanos de Josefa, los célebres pintores Ramón y Francisco, cuyo apoyo, especialmente el de este último, fue significativo en los primeros años de mi carrera artística. No quiero decir que me casé para garantizarme una buena situación material y posibilidades del desarrollo. Cedí a su encanto pero no nos unía una relación muy fuerte ni la pasión. Nuestros sentimientos resultaron ser insuficientes para sobrellevar todos los problemas. Sufríamos mucho con tantas pruebas para tener un hijo, ya que muchas terminaron en fracaso. Cuatro de nuestros hijos murieron justo después del parto.
Como joven artista en una ciudad extraña necesitaba apoyo en los momentos difíciles de mi vida. Por eso, tanto más me quedé defraudado con uno de los hermanos de Josefa, mi maestro anterior. Aunque ahora me imagino que elegir entre la familia y el marido es una decisión difícil pero entonces como era infantil e impetuoso me daba mucha pena que Josefa hubiera elegido a su hermano.
Desde entonces nuestra relación se debilitó y no sabíamos como repararlo. Nuestro matrimonio empezó a ser solo una ficción para guardar las apariencias en la sociedad.

Exegi monumentum..

Este mañana la he pasado hablando con  Rosario. No me imaginaba que esta chica fuese tan inteligente e ingeniosa. En sus ojos se puede notar que tiene pasión y un fervor especial...se puede notar una artista. Ella me ha preguntado si soy feliz, si ahora, después de ochenta años, pienso que soy un artista satisfecho. ¿Y cuál es la respuesta? ¿Soy feliz?

Mi vida ha sido como un río que da muchas vueltas. En una primera etapa de mi vida artística fui un joven perdido en  el mundo de los pintores famosos. Me emborraché muchas veces, no controlé mis emociones y luego me metía en líos. Aunque en ese tiempo cometí muchos errores, también tuve muchas posibilidades de aprender diferentes técnicas de pintar. Mi vida cambió totalmente cuando regresé de mi viaje a Italia. Me casé con mi primer amor, Josefa. Entendí que era  importante en mi vida. Por fin era capaz seguir pintando. En el año 1774 pinté  un ciclo de obras pictóricas realizadas al fresco - Las pinturas de la Cartuja de la Aula Dei. 

La Cartuja de Aula Dei
Peñaflor - Zaragoza

Luego mi cuñado me contrató en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Trabajaba mucho y después de tres años me convertí en un hombre adinerado. Durante ese tiempo creé cuatros series de cartones para tapices. 

El quitasol,(1777)



Perros y útiles de caza, (1775)


Mi vida era como un sueño, todo era perfecto. En el año 1780 mi candidatura para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando fue aceptada. ¿Podía ir mejor? No quería confiar cuando el hermano del rey Carlos III  me encargó pintar a su familia. Con ese evento empezó mi aventura en la corte. Los palacios, viajes, recepciones, por fin me sentí como un hombre de éxito. Después de tres años el rey me pidió pintar a su familia. Para mí esto era un desafío muy importante. Pinté a la familia de Carlos IV con muchos detalles, poniendo mi propio estilo.



La familia de Carlos IV, 1800.

Me fascinaba con unas posibilidades infinitas y con una vida sin problemas u obligaciones. No notaba que el mundo de los nobles era de verdad...
Estoy muy cansado...tengo que relajarme un poco... sé que no tengo mucho tiempo y por eso  quiero terminar de escribir historia de mi vida.

Quinta del Sordo

El coloso, 1808- 1810
Después de la guerra entre Francia y España durante mucho tiempo no podía encontrar un lugar para mí mismo. En mis sueños veía las caras de la gente que esperaba para ser fusilada; en mis oídos sonaban los disparos de las armas que se mezclaban con el llanto de niños y gritos de mujeres. No entendía como la gente podía hacer cosas tan terribles. Empezaba a creer que el mundo estaba gobernado no por los seres humanos sino por los animales salvajes y locos o los monstruos de las pesadillas. En este período evitaba a la gente, me parecía que no los entendía.
 Tampoco podía pasar tiempo en Madrid ni en la Corte. Me sacaban de quicio las calles y las plazas porque me recordaban los acontecimientos de 1808. Como no podía vivir en la gran ciudad, me mudé a Moncloa. Me instalé en una pequeña casa. Los campesinos de este lugar llamaban a mi casa “Quinta del Sordo”, por supuesto a causa de mi enfermedad que en aquel momento era total. Vivía allí solo, había decidido que Rosario se quedara en la capital porque Lea era muy pequeña.  Ahora pienso que durante mi estancia en Moncloa me comportaba como un loco. Este período fue muy oscuro, en mi cabeza luchaban un gran montón de pensamientos y recuerdos, que no podía expresar en una hoja de papel, necesitaba algo más grande, algo más espectacular. Empecé a pintar en las paredes de mi casa. Al principio pensaba que crearía sólo dos o tres obras, pero cuando terminé mi trabajo, incluso no podía encontrar una pared sin mis pinturas.


Quinta del Sordo

         
     No había mucha gente que viera mi creación, pero para ese pequeño grupo todo eso era oscuro, espantoso y raro. Ellos no entendían que esa era la manera en que yo veía el mundo, no entendían la forma de mi arte. Tenía que hacer todo eso para calmar mi alma, purificar mi ingenio y dejar mi pasado...

La romería de San Isidro

         
     Ahora “Quinta del Sordo” está cerrada y nadie puede ver las pinturas de las paredes. Es interesante que puede pensar la gente cuando vean u oigan algo sobre ellas... ¿ Goya era un viejo loco?

¿Como sería la vida del hombre sin la mujer?

Últimamente dedicaba mucho tiempo al pasado, y en mi diario sólo mencioné el regreso de Leocadia y Rosario, nada más. Como no quería estropearles el viaje no les dije nada sobre mi mal estado. Pero hay cosas de las que una mujer se da más cuenta que un hombre.
Me sentía bastante bien cuando Lea me vio, pero sabía que no todo estaba bien. Preguntó por mi estado a Javier y al médico. Aunque nadie me lo decía, yo sé que no estoy bien, y ahora lo sabe Leocadia, aunque ella tampoco quiere decirme toda la verdad.
Para saber lo que una mujer dice o piensa realmente hay que mirarla, no escucharla. Podía ver como los ojos de Rosario y Leocadia habían perdido su brillo, y ambas, en vez de alegrarse de su regreso, estaban tristes y preocupadas por mí.
Desde el momento en que les dije que la preocupación y la tristeza de sus ojos no me ayudaban, pude ver como sus sonrisas eliminaban mis visiones oscuras y pesimistas.
Lo que quiero hacer ahora es disfrutar de la presencia de todos mis familiares juntos. Me sentí muy aliviado de que no sólo volvieran Rosario y Manolo, sino también Leocadia y Javier.
Espero que cuando las dos mujeres más importantes de mi vida regresen a Burdeos ya me encuentre mejor. La presencia y el cuidado de una mujer es el más eficaz de todos los medicamentos.
Leocadia y Rosario

Primer éxito gracias a Aníbal

Taddeo repetía que el verdadero artista tenía que dedicarse sólo al arte. Por eso lo hice. Mi trabajo valió la pena. En 1771 participé en un concurso convocado por la Academia de Bellas Artes de Parma. Me ajusté  con precisión a las detalladas condiciones propuestas por la Academia, que incluían el título: “Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes” y otros detalles:
“'Deberá verse a Aníbal dispuesto de tal modo que, alzándose la visera del casco y volviéndose hacia un genio, que lo toma de la mano, señale a lo lejos los bellos campos de la Italia sometida, y en sus ojos y en todo su rostro debe reflejarse el interno gozo y la noble confianza en sus cercanas victorias”'
En efecto, el cuadro presenta a Aníbal en una pose en movimiento, quien gira el cuerpo hacia un ángel que le señala el paisaje italiano. En esta obra muestra finalmente me olvidé de las convencionales composiciones aprendidas de José Luzán y de las colores tardo barros. Arriesgué y me inspiré en los modelos clasicistas, y usé tonos pasteles, rosados, suaves azules y grises.
“Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes”

Mi obra ganó el segundo puesto pero del jurado obtuve un mensaje especial, en el que me dijeron que me faltaba el realismo en el colorido y el detalle. Yo estoy muy contento con el resultado de mi trabajo y no cambiaría nada. A pesar de todo gracias a ese concurso volví a España como un pintor distinguido en Italia y obtuve nuevas proposiciones de trabajo. 

Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia.

Si recuerdo bien, en las páginas perdidas estaban mis memorias del viaje en barco, de todo mi viaje marítimo y mi visita a Italia. Todo el año 1770 lo pasé en grandes ciudades Italianas Visité Nápoles, Milán y Bolonia, pero la mayoría del tiempo transcurrío en Roma. Cada día empezaba con una taza de café en una cafetería pequeña, que estaba situada cerca de La Fontana de Trevi. Paseaba todo el día y visitaba los más importantes monumentos en Roma. Quería ver los antiguos edificios: el Coliseo, el Foro romano, las catacumbas de Roma... Por supuesto no podía perder la oportunidad y no ir al Vaticano. No tuve la posibilidad para ver al Papa, pero pude visitar la Basilica de San Pedro. Admiré el interior y el aspecto exterior de la basilica. La Columnata de Bernini me encantó. Aunque mis compañeros me abandonaron, no podía quejarme de la falta de compañia. Conocí una mujer joven y guapa, que se llamaba Sofia. Tenía 18 años, pero parecía una persona más adulta. La primera vez cuando la vi , estaba sentada con sus amigas en las Escaleras Españolas. Los rayos del sol bailaban en su pelo dorado, sus ojos brillaban como las estrellas y su boca era como los pétalos de rosa. Vencí la timidez y la invité a un restaurante. Desde ese momento Sofia fue mi guía por la ciudad y en mi vida sexual. Nuestra aventura duró hasta próximo año, cuando entré a la Academia de Bellas Artes en Parma.

Escaleras Españolas

Verdadero maestro


Mis viajes por Italia no fueron sólo de descanso y de juego, pero también de trabajo muy duro. Tuve suerte y pude desarrollarme en las mejores academias en Roma. Mi objetivo era muy simple: alcanzar un conocimiento profundo del arte. Era muy determinado y sabía exactamente lo que quería lograr.
Ahora, con certeza puedo decir que mi mejor mentor y el gran maestro fue un polaco Tadeusz Kuntze-Konicz, conocido en Italia como Taddeo Pollacco. El notó mi entusiasmo por el trabajo y quizá mi potencial para ser un gran artista. Aunque era mi maestro muchas veces me dijo que el arte no podía enseñarse y el que creía que podía hacerlo iba a ser un mal profesor. Ahora se que un buen maestro es aquél que se piensa a si mismo no como un maestro, sino simplemente como un artista. Del mismo modo, un buen estudiante es el que no se ve a sí mismo como  estudiante sino como un artista. Todo lo que hay y puede haber entre un profesor de arte y un estudiante de arte, es simplemente una conversación - un espontáneo intercambio de ideas, conocimientos y experiencias - y esto ya es suficiente. Taddeo no tenía un deseo de transformarme, de formar o dirigir mi práctica, entonces no quería dominarme. Advertí a Rosario que si un estudiante cree que un tutor puede decirle qué está bien o qué está mal, qué decisión tomar, a quién mirar, a quién leer, etc; solamente va a terminar más confundido, pues se dedicaría únicamente a satisfacer los deseos de alguien más que su propio. Además de enseñarme todo esto, Taddeo me contaba mucho acerca su patria: Polonia. Me arrepiento de no haber tenido la posibilidad de visitar ese país, porque según sus cuentos, es un lugar maravilloso y tan diferente de España. No sabía por qué yo era el único que tenía tan buenas relaciones con el maestro. Me sentí muy exaltado, pero también sabía que Taddeo esperaba la dedicación y la entrega por parte mía.

Taddeo Polacco